1960: “Joan Baez”
Antes de que Bob Dylan se llevara puesta la década cambiando la música para siempre asomó ella. “Joan Baez” no fue el disco más vendido ni el más escuchado de 1960, pero sí uno de los más influyentes. A Dylan, por caso, lo direccionó en el camino correcto. El héroe de Dylan era Woody Guthrie, pero la voz de esa chica de 19 años que entonaba los standards del folk con un sentimiento arrollador destilaba inspiración. Las idas y vueltas -artísticas y de las otras- entre Dylan y Baez marcaron los años siguientes.
Fue el encuentro de dos fuerzas de la naturaleza que aún hoy, a punto de convertirse en octogenarias, lucen incontenibles.Las 13 canciones de “Joan Baez” se grabaron en cuatro noches, algunas en la primera toma. Una selección de clásicos del folk producida por Maynard Solomon, cerebro del sello Vanguard que fichó a Baez en el momento justo, cuando el festival de Newport la cobijaba como la princesa de los cuentos.
Baez explora el cancionero norteamericano eligiendo con cuidado las historias que quiere contar. Algunas están rescatadadas de la tradición oral inglesa y escocesa (“Fare Thee Well”, “John Riley”, “Mary Hamilton”, “Henry Martin”). Otras, como “House of the rising sun” -convertida luego en un súper éxito por The Animals-, anidan en el blues de Nueva Orleans. En “Silver dagger” y “All my trials” (himno de protesta de la época), Baez planta sus banderas políticas afirmada en un registro conmovedor. El folk, finalmente, había conectado con la marcha de los tiempos.
Otros discos inolvidables editados en 1960:
- “Giant steps” (John Coltrane)
- “Bo Diddley is a gunslinger” (Bo Diddley) - “Elvis is back!” (Elvis Presley) - “Sketches of Spain” (Miles Davis) - “At last!” (Etta James)
1970: “All things must pass”
Los Beatles se deshicieron como lágrimas bajo la lluvia, dejando como legado uno de sus trabajos más polémicos y menos inspirados (“Let it be”). Y para marcar terreno poco después salió “John Lennon/Plastic Ono Band”. Pero el gran disco de 1970 fue el debut solista de George Harrison, una epifanía musical atribuida a tantos años a la sombra, tantos años de ser catalogado como el “Beatle silencioso” o, apenas, como un curioso buceador de sonidos en la India y alrededores.
Gran parte del material de “All things must pass” venía amasándose en la intimidad de la banda, canciones que Harrison presentaba y Lennon-McCartney descartaban o pateaban hacia adelante. Grandes canciones que le permitieron al bueno de George editar un álbum triple -toda una novedad- y llegar con “My Sweet Lord” al número uno de los rankings (aunque la historia de ese tema merece otro artículo).
Harrison apeló a Phil Spector, el productor estrella del momento, y a un dream team de músicos encabezado por Eric Clapton y Billy Preston para darles forma clásicos como “I’d have you anytime” (compuesta junto a Bob Dylan), “Isn’t it a pity” (en dos tomas distintas), “What is life”, “If not for you” (aporte de Dylan), “Let it down”, la canción de cuna “Beware of darkness” y el tema que le da título al disco. “All things must pass” es uno de esos raros y preciados álbumes perfectos, en los que todo encaja, circula y suena con la certeza de que un puñado de canciones sabiamente desplegadas pueden hacer historia.
Otros discos inolvidables editados en 1970:
- “Déjà Vu” (Crosby, Stills, Nash & Young) -“Paranoid” (Black Sabbath) - “Sex Machine” (James Brown) - “The man who sold the world” (David Bowie) - “Bridge over troubled water” (Simon & Garfunkel)
1980: “Closer”
El punk se deshizo como un puñado burbujas en las manos de Ian Curtis y Joy Division le dio sepultura con su canto del cisne: nueve canciones que erizan la piel bajo el cielo gris de un atardecer invernal. La grabación se realizó en marzo, Curtis se suicidó en mayo y el disco salió en julio. Pero “Closer” zafó de ese loop fatídico y quedó flotando como una laguna de la que bebió muchísima gente, desde Robert Smith y Trent Reznor hasta Morrissey.
“Closer” es un paraguas que guarece mucho de lo que se compuso y de lo que se cantó en los años siguientes, por más que en su momento a la producción de Martin Hannett la hayan tildado de gótica y oscura. Que la era, claro. No podía esperarse otra cosa de un álbum que muestra una tumba en la carátula. Las guitarras y los sintetizadores se acumulan en capas por las que discurre el incomparable registro de Curtis.
El comienzo conmueve desde la exploración al universo de J.G. Ballard (“Atrocity exhibition”) a los versos de “Isolation” en lo que Curtis confiesa “me avergüenzo de la persona que soy”. Si en lugar de lanzarse como sigle “Love will tear us apart” se hubiera incluido en el disco, “Closer” habría trepado mucho más alto. Vista en perspectiva la decisión fue acertada. “Closer” conforma una unidad lírica y sonora irrebatible, partes ubicadas en los sitios precisos (“A means to an end” y “Decades” son perfectos cierres de cada lado) para que en ese todo las canciones fluyan. Corazón y alma ardiendo juntas, como lamentó Curtis a modo de despedida.
Otros discos inolvidables editados en 1980:
“Sandinista!” (The Clash)
"Back in Black” (AC/DC)
“Diana” (Diana Ross)
“The river” (Bruce Springsteen)
“Remain in light” (Talking Heads)
1990: “Behavior”
Fueron los Pet Shop Boys quienes anunciaron que la fiesta de los 80 había concluido. En “Being boring”, el himno al hedonismo que abre el disco, Neil Tennant baja la cabeza y acepta: “nos nos preocupaba que el tiempo se terminaría”. El video, rodado por el fotógrafo de modas Bruce Weber, se cierra con una mansión llena de gente, toda muy chic, vencida por el sueño. Y por el aburrimiento.
La canción alude, además, a una amiga del cantante que murió de SIDA. “Behavior” es el salto de Pet Shop Boys al intimismo, baladas como “To face the truth” y “Only the wind” dan cuenta del interés de Chris Lowe por enriquecer el catálogo melódico del dúo y por eso la voz de Tennant luce más elegante. Y sí, “Behaviour” es un disco sofisticado, desinteresado de la acumulación de hits (más allá del inevitable éxito de “So hard”) y hasta capaz de raspar la arena política (“My october symphony” habla del proceso de desintegración de la Unión Soviética). Mientras grababan en Alemania, Tennant y Lowe escuchaban el flamante “Violator” de Depeche Mode y no extraña que hayan tomado varias ideas de allí.
“Behavior” ajusta los tornillos del tecno pop y propone un salto de calidad que se palpa, por ejemplo, en “How can you expect to be taken seriously?” La década que empezaba propondría un tironeo entre el hip hop, el grunge, el britpop y la electrónica. Pet Shop Boys la abrió con pautas de buen comportamiento.
Otros discos inolvidables editados en 1990:
- “Violator” (Depeche Mode)
- “Bossanova” (Pixies) - “Fear of a black planet” (Public Enemy) - “The good son” (Nick Cave) - “Ritual de lo habitual” (Jane’s Addiction)
2000: “Stankonia”
Si el hip hop había ganado la partida y estaba destinado a conformar la banda de sonido del nuevo milenio, Outkast se ocupó de confeccionar el manual de instrucciones. En “Stankonia” se resume todo lo que puede componerse y cantarse desde y hacia el hip hop, entendido como un caldo de cultivo en el que se cocinan el funk, el gospel, el blues, el soul y esa pieza de museo llamada rock and roll a la que Big Boi y Andre 3000 le hacen un service oportunísimo. Todo lo que Outkast insinuaba en los 90 explota como una liberación en “Stankonia”, demostración de que las reglas no escritas del rap existían, justamente, para ser ignoradas.
La disección sonora del disco es un ejercicio interminable, desafío para melómanos que movía a la risa a Mr. DJ desde su trono de productor. Big Boi y Andre llenaron el estudio de músicos y de estrellas invitadas -Big Gipp, Gangsta Boo, Real-B, C-Bone, Sleepy Brown, Big Rube y hasta Erykah Badu- y el corte quedó en una hora y cuarto de música capaz de saltar de la ferocidad del gueto a la delicadeza de una guitarra acústica.
Y están los hits, por supuesto: “Mr. Jackson”, “So fresh, so clean” y, a sacarse el sombrero, “B.O.B.”, el punto de cocción ideal para que el drum n’bass y el gospel golpeen en el centro del pecho. “Humble mumble” moviliza tanto como“Snappin’ & Trappin’”, y “Slum beautiful” te agarra del cuello y no, no hay forma de soltarse.
Otros discos inolvidables editados en 2000:
- “Kid A” (Radiohead)
- “Music” (Madonna) - “The Marshall Mathers LP” (Eminem) - “Heartbreaker” (Ryan Adams) - “Standing on the shoulder of giants” (Oasis)
2010: “Plastic beach”
La consolidación de Gorillaz como el gran proyecto artístico del siglo XXI se articula desde este disco grabado con toda la paciencia que Damon Albarn fue capaz de administrar a lo largo de un año y medio. Tiempo suficiente para sumarle al engranaje un rosario de piezas que sólo podían funcionar a partir de la lógica de Gorillaz, caja de resonancia que combina con extraña precisión las diatribas punks de Mark E. Smith y el bajo de Paul Simonon con la inspiración rapera de De La Soul y Gruff Rhys.
“Plastic beach” es a la vez potente y delicado -la actitud de Murdoc y la voz de 2-D combinadas en el imaginario virtual de la banda-, nostálgico y moderno -¿Russel y Noodle?-, tan cambiante en su dinámica interna como puede resultar la interacción de Little Dragon y Lou Reed. Por todo eso suena tan vigente y, a la vez, cuesta pronosticarle un envejecimiento incómodo. “Welcome to the world of the Plastic Beach” es la bienvenida a cargo de Snoop Dogg y al toque el bajo martillante de Jason Cox apuntala el primer hit: “Rhinestone Eyes”.
De allí, unido a Mos Def y a Bobby Womack, Albarn hace de “Stylo” el tema del año. “Superfast Jellyfish” inmortaliza el “¡mommyyyyy!” de la intro y “Some kind of nature” podría haber engarzado en el mejor álbum de Lou Reed. Si “On Melancholy Hill” es el mejor tema del disco queda a criterio de los fans, pero tampoco es posible resistirse a “To binge”.
Otros discos inolvidables editados en 2010:
- “The suburbs” (Arcade Fire)
- “Loud” (Rihanna) - “This is happening” (LCD Soundsystem) - “Thank me later” (Drake) - “Diamond eyes” (Deftones)