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Eugenia Flores de Molinillo: “en mis escritos siempre intento lograr la claridad”

La docente y escritora tucumana es una constante animadora cultural. Estudios en EEUU. Poe y Quiroga. Una novela premiada.
12 Jul 2020
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“Amanecer de verano, país de aves el alba, antes de que el sol desate los perros de su fuego extranjera soy/ de tanta música. Un pasaporte de agradecido asombro me autoriza”, escribe. Hiperactiva. Simpática. Entusiasta. Observadora. Minuciosa. Chispeante humor. Una flor del swing abre sus pétalos en su sonrisa. Su paso como catedrática en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT ha sido destacable; hay alumnos que aún recuerdan a la profe llegar en bicicleta cuando ocupaba un cargo directivo en esa casa de estudios en la década del 70. Desde hace muchos años, las conferencias y los escritos de la escritora, docente e investigadora Eugenia Flores de Molinillo caminan las sendas del Tucumán intelectual, así como las páginas de LA GACETA Literaria.

- Casiano Flores Franco fue uno de los animadores destacados del periodismo y la cultura de Tucumán décadas atrás, parece natural que su hija se haya sentido atraída por las humanidades. ¿La poesía fue quien te abrió su ventana?

- A todos nos pasa: una combinación de genética y circunstancias es lo que nos hace ser quienes somos. Mis padres, un periodista y una casi profesora de historia, leían. La “dote” de mi madre incluía la colección de la revista Leoplán, que siguió creciendo con los años con su novela completa en cada número, desde “La cabaña del Tío Tom” hasta Dostoievsky, Zola, Agatha Christie, Mark Twain y tantos que fueron devorados por mi curiosidad y también por mi condición de hija única en épocas sin TV ni cibernética. Mi gran entusiasmo de adolescente fue, como el de tantas chicas de la época, “Mujercitas”… ¡Louisa May Alcott había escrito para chicas, sobre chicas! ¡Alguien nos tenía en cuenta en la ficción! En nuestra literatura, con todo respeto y admiración por lo que hicieron, se trataba de señores mayores que narraban sus años de formación: Sarmiento, Güiraldes… ¡qué falta hacían un Mark Twain, un Stevenson! También un Poe, hasta que nuestro Horacio Quiroga, quien lo reconoció como su maestro, comprendió que el terror no surge de demonios externos ¡sino de las amenazas gestadas en la propia psiquis! Escribir, escribir, qué maravilla… por entonces, algo de poesía, más bien descartable y, más adelante, la tarea universitaria de investigación literaria. Congresos, publicaciones...

- ¿La literatura juvenil te hace una zancadilla? ¿Es difícil escribir para adolescentes?

- Tiempo después, mucho antes de la magnífica cosecha de escritores para jóvenes que hoy existe en nuestro país, me animé a escribir una novela juvenil para un concurso de Editorial Acme, en su colección Robin Hood. ¡Segundo premio! Y, lo fascinante: ver mi obrita -”La casa en los cerros”- a la par de esos libros amarillos, tapa dura, que me habían acompañado tanto tiempo. Mis personajes, de vacaciones en San Javier, se movían en su círculo familiar en tiempos difíciles y… muy reales.

- El inglés te mostró un camino y te llevó a Estados Unidos, ¿qué significó esa experiencia profesional y humanamente? ¿Qué te dejó la docencia?

- Mi padre advirtió mi inclinación por la enseñanza, y veía además que los días de la mujer recluida en el hogar ya no… ya no. Me aconsejó que pensara en esa carrera, gracias a la cual, con la guía de excelentes profesores en la Facultad de Filosofía de la UNT, fui becaria en EEUU como estudiante y luego, ya egresada, una beca Fulbright me llevó a la Universidad de Connecticut, donde obtuve mi maestría. En la Facultad cumplí el periplo completo: desde ayudante estudiantil hasta jubilarme como titular de la cátedra de Literatura de los EEUU. Disfruté mis años de docencia haciendo amistades, muchas perdurables, y procurando transmitir algo más que nombres y títulos de obras. Gatsby era el sueño estadounidense personificado, el viejo del “El viejo y el mar” era un héroe, no un fracasado. Faulkner fue a García Márquez lo que Poe fue a Quiroga. Whitman es eterno y su influencia es universal.

- ¿Reconocés deudas literarias con algunos admirados? ¿Cuál es tu estética?

- En mi escritura no busco ni advierto en absoluto rasgos de ellos, ni de una escuela o movimiento en particular. Pero hay algo que siempre intento lograr: claridad. Es el rasgo necesario para que la comunicación con un lector tenga sentido.

- En “Pasaje a Delfos y otras epifanías” reuniste tus poemas. ¿Qué otras epifanías abordás?

- Conocer otras culturas, conectarlas, ver lugares diferentes… “leer” el mundo, es maravilloso. La literatura comparada ofrece perspectivas subyugantes. Nuestro grupo de investigación recorrió las peripecias de los miembros de la casa de Atreo en distintas literaturas, incluyendo la argentina y varias literaturas anglófonas. Ah, Grecia, por nombrar un punto del planeta: visitarla fue una continua serie de deslumbramientos: la belleza de los escenarios naturales jugaba allí con los saldos y retazos de lo que uno llega a conocer a través de la historia y la literatura. Desde el imprescindible Homero y los padres de la tragedia con sus innumerables dioses y mitos, para llegar a la encantadora música de Theodorakis y a la poesía de Konstantine Kadafis, quien dijo en su poema “Ítaca”, aludiendo al hogar de Ulises, su tierra, donde están su esposa, su hijo, su hogar: “Cuando partas para Ítaca/ espera que sea largo tu camino/ pleno de aventura, pleno de novedad”. Nombra luego a los Cíclopes y al furioso Poseidón, con quienes jamás se encontrará “a menos que ya los lleves en tu alma”. De Grecia surgió mi único poemario, “Pasaje a Delfos y otras epifanías” (1997), que intenta poetizar algunas experiencias del viaje y reúne, previa traducción al español, sendos poemas vinculados con Grecia, pertenecientes al inglés James Merrill, al irlandés William B. Yeats y a la estadounidense Sylvia Plath, quienes plasmaron allí sus propias epifanías.

- ¿Cómo percibís la realidad a partir de tu producción literaria? ¿Deseo, sueño o desafío que estén esperando salir a la cancha?

- “Multiplicar los entusiasmos…” olvidé quién escribió esta frase y creo que la literatura en particular y las artes en general surgieron, perduran y sobrevivirán con esa idea, y así es que mi actual entusiasmo escriturario está puesto en completar otra novela para adolescentes, mezclando una vez más la realidad con la ficción, en esta oportunidad sobre el robo de la jarra de plata, proveniente de las ruinas de Ibatín, que estaba en el Museo Histórico Nicolás Avellaneda de nuestra ciudad y que fuera después misteriosamente recobrada. Ya veremos. Los tucumanos que escribimos en estos tiempos sabemos que la producción tucumana de calidad ya ha dado nombres de valía, nombres que nos inspiran para seguir sus huellas.

Perfil

Eugenia Flores de Molinillo

Escritora, profesora en Inglés, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, siendo estudiante cursó un año de estudios en el Mary Baldwin College, en Staunton, Virginia (Estados Unidos). Regresó luego a EEUU como becaria Fulbright, obtuvo el Master of Arts en inglés en la Universidad de Connecticut. Su novela “La casa en los cerros” obtuvo el segundo premio del concurso de novela juvenil Robin Hood. Recibió premios del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos por su ensayo “La mujer en la sociedad contemporánea” (1976) y de la revista Bibliograma (1976) por su trabajo de literatura comparada “Poe y Quiroga: esos locos malditos”, entre otros galardones por poesía y ficción. Es autora del poemario “Pasaje a Delfos y otras epifanías”; por su relato para niños, “El extraño viaje de Silvina”, fue elegida “Escritora del Año” en 1999. Es colaboradora permanente de LA GACETA Literaria.

Shakespeare

Sublimación del polvo en pensamiento
y presente continuo del asombro
cuando abro las palabras y te nombro
el aire demorado se hace viento.

Fantástica efusión de lo violento,
fuerza de puño, dimensión de hombro,
recóndita potencia del escombro
alzándose en feraz renacimiento.

Y es todo: todo lo nuestro y lo ajeno,
lo que vibra, lo hondo, lo sereno...
tu letra se estremece; luz ardida

en voces, risas, cantos, rezos...
¡Si el mundo se ha fundido con tus huesos
para hablarle a tu pulso de la vida!

Eugenia Flores de Molinillo

RISA FRANCA. El chispeante humor y la simpatía son dos de las características de Eugenia Flores de Molinillo.

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