El racismo asume formas particulares en las mujeres afrodescendientes, según analizaron con Télam diferentes activistas. “Sufrimos doble opresión, porque a nuestra vida se antepone el racismo y pararte en la vida como una mujer negra es resistir”, sostuvo la artista plástica y periodista Maga Pérez (49), en la víspera del Día Internacional de la Mujer Afro-latinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora.
“Hay un lenguaje que perpetúa prejuicios respecto de la comunidad afro, y a las mujeres nos ubica en un lugar de eterna servidumbre, de exotización de nuestro cuerpo y cultura”, analizó Pérez, y señaló que la persistencia de esta concepción hace que si la mujer afro canta, baila o corre está en el lugar correcto.
“Pero si es académica, médica o policía la aceptación no es tan plena, y, si está parada en una esquina, es prostituta”, agregó.
Por su parte, la presidenta de la Asociación Misibamba de afroargentinos del tronco colonial, María Elena Lamadrid, de 86 años, planteó que el racismo en Argentina no es tan visible, pero existe y se expresa, por ejemplo, en que subsisten actividades de hecho sólo para personas blancas, a las que las personas afro no pueden acceder aunque hayan estudiado.
Descendiente en quinta generación de africanos esclavizados, María Elena lamentó además que los afroargentinos natos no tengan más cargos reservados en organismos públicos desde donde combatir su invisibilización histórica.