Por Adela Basch
PARA LA GACETA / BUENOS AIRES
Si en este contexto de incertidumbre para un adulto es complicado concentrarse en leer un libro, imaginemos cómo les cuesta a los chicos. La situación ideal para acercarse a un libro tiene que estar basada en el deseo, el interés, la curiosidad. ¿Podemos con un peligro viral afuera relajarnos y armar una situación tal de disfrute? No es para nada fácil. Pero para incentivar la lectura en los chicos yo creo que tenemos que empezar por crear las condiciones para que ese escenario ocurra. Nunca jamás ofrecer un libro a partir de la obligación de leerlo. No lograremos nada, salvo el fracaso, nuestra frustración y el rechazo futuro de los chicos hacia los libros.
Con respecto a cómo narrarles la pandemia, considero que los chicos son ampliamente capaces de comprender la situación de pandemia a través de los relatos de sus padres o los adultos que estén a cargo, sin necesidad de ficcionalizar la información. Tengan la edad que tengan; solo hay que adaptar el relato a sus posibilidades de entendimiento.
La literatura, repito, para mí es un espacio de disfrute y no una vía para educar o transmitir mensajes. Sé que está instalada la idea de que a través de los libros podemos “autoayudarnos”, aprender a manejar nuestras emociones, a compartir, a adquirir modales, etc. Y eso implica restarle la riqueza propia que tienen los cuentos, las poesías, las novelas, las obras de teatro o cualquier otro género literario como producto artístico.
© LA GACETA
Adela Basch - Escritora y editora dedicada a la Literatura infantil. Recibió el premio Konex a la mejor autora de Literatura infantil de la década.