CUENTOS
EL PUENTE
VARIOS AUTORES
(La Papa - Tucumán)
La pandemia ha profundizado una discusión que venía dándose desde hace rato, que comprende innumerables aristas y que no deja de tener su faceta amenazante (la falta de respeto al copyright, por ejemplo), pero ha permitido, además, que ciertas obras, imposibilitadas de circular en papel bajo este contexto disruptivo, puedan encontrar sus lectores. Algo de esto último tiene esa aventura llamada El puente. Cuentos de autores tucumanos, bajo selección y estudio preliminar de Fabián Soberón.
Arbitraria como toda antología, claro, radiografía al fin, vínculo entre diferentes generaciones, una forma más del pinta tu aldea, es un “mapa íntimo y público de aquellos que viven en la esquina de mi casa y que, al mismo tiempo, escuchan las sirenas de la tradición rusa, norteamericana o islandesa”, como dice Soberón en el “Estudio preliminar”.
Los epígrafes que abren el tomo se oponen y al mismo tiempo justifican el objetivo del volumen: en palabras de Juan José Saer, “Si un escritor se define como regional está, de antemano, impidiéndose tratar y observar cosas del vasto mundo que lo rodea. Si se autodefine como regional se ocupará solamente de la región”, y de Natalia Ginzburg, “Dos intelectuales de provincia, eso eran, o sea la cosa más triste y extravagante que pueda haber en la tierra”. Hace algunos años se publicó en este mismo suplemento un artículo que abordaba esta problemática (https://www.lagaceta.com.ar/nota/474121/la-gaceta-literaria/escribir-desde-interior.html)
En El puente aparecen Juan José Hernández, Elvira Orphée, Hugo Foguet, Tomás Eloy Martínez, y también Alberto Rojo, Eduardo Rosenzvaig, Horacio Elsinger, Samuel Schkolnik, María Lobo, Osvaldo Fasolo, Sara Rosenberg, Lorenzo Verdasco, Sebastián Ganzburg, Florencia Méttola, Alejandro Nicolau y Julio Ardiles Gray, entre otros.
Sabemos que muchos de estos autores no necesitan una mayor presentación más que su propio nombre, sabemos que algunos han partido del mundo terrenal, y sabemos que sus quehaceres ocupan las múltiples variables de los espacios cultural (al final del tomo se detallan sus biografías).
En los textos conviven lo que ya no está, lo evocativo, lo superfluo, el humor, lo femenino, lo político, el policial, la crueldad, el mar -o su inexistencia-, el pop, el realismo –en sus varias acepciones-, el surrealismo, lo teórico y lo poético, la intertextualidad y una vasta amplitud temática.
Retomando la idea inicial, hacer circular la literatura en esta época nos resguarda de la agonía, y, como en la teoría del amo y el esclavo, nos lleva a modificar el mundo, al menos en pequeñas dosis. Leer es hacer desde la quietud, modificar. Cada libro, a su modo, lo hace. Este, por qué no, también.
© LA GACETA
Hernán Carbonel