Aquel que decide tener un gato por mascota les abre la puerta de su hogar a criaturas misteriosas e independientes, capaces de aquietarnos con sus ronroneos y ganar nuestro corazón entre maullidos y adorables patitas con almohadillas. Hasta que -de la nada- encontramos en la cama o el living una paloma cercenada y el amor desaparece.
Qué hacer y cómo sentirnos en situaciones así -propias del instinto felino- es una duda que divide las aguas mascoteras. Y la respuesta (parcial) llegó hace poco en forma de una curiosa investigación hecha en la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Allí, un grupo de expertos decidió clasificar a los dueños de gatos según la actitud que tenían al ver que sus mascotas cazaban o deambulaban por el exterior.
El estudio incluyó 56 catlovers (amantes de los gatos) distribuidos principalmente en zonas rurales del suroeste de Inglaterra y en las áreas urbanas de Bristol y de Manchester. Luego de cotejar los resultados de una encuesta digital, se crearon cinco categorías.
Entre ellas están los “cuidadores concienzudos”: amantes de los felinos que se preocupan por el impacto de sus mascotas en la vida silvestre y que desean asumir la responsabilidad de sus actos.
MISTERIOSOS E INDEPENDIENTES. Los gatos ponen sus propias reglas.
En contrapartida, aparecen los “defensores de la libertad”. Es decir, propietarios que se oponen a cualquier tipo de restricción en el comportamiento de sus gatos.
Entre los arquetipos, figuran los “protectores preocupados” (personas que se centran en la seguridad de sus amigos de cuatro patas), los “propietarios de laissez-faire” (que desconocían en gran medida la problemática medioambiental) y los “guardianes tolerantes”. Estos últimos no disfrutan de la actitud de caza, pero tienden a aceptarla al tratarse de una cuestión natural de las especies.
Casi la totalidad de los encuestados encuentra que los animales muertos traídos a casa son un desagradable recordatorio del lado más salvaje de sus queridos compañeros. Por lo que esta investigación es un paso hacia la comprensión de cómo vemos nuestros gatos y cuál es la mejor manera de manejarlos.
“Aunque encontramos una variedad de puntos de vista, la mayoría de los dueños de gatos valora el acceso al aire libre para sus mascotas y se opone a la idea de mantenerlas dentro para evitar la caza”, comentó Sarah Crowley, científica del Instituto de Sostenibilidad y Medio Ambiente de Exeter, a la agencia de noticias Europa Press.
Sumas y peligros
Aunque parezca un asunto de índole menor, el equipo de investigación resaltó que -desde hace mucho tiempo- las organizaciones de conservación ambiental se preocupan por la cantidad de animales que son capturados por los gatos domésticos.
Si bien la mayoría mata pocos animales salvajes, debido a su gran población (de alrededor de 10 millones de felinos en Reino Unido) la cantidad de aves, pequeños mamíferos y reptiles atacados se acumula.
Por esta razón, el proyecto “Gatos, dueños de gatos y vida silvestre” busca llegar a un acuerdo entre el bienestar de los felinos y la reducción de la matanza de vida silvestre. “Sólo uno de los tipos de propietarios consideró la caza como algo positivo, por lo que es factible que el resto se interese por reducirla. Sin embargo, es poco probable que las políticas de confinamiento encuentren apoyo”, agregó Crowley.
En un artículo publicado en la revista de divulgación Fronteras en Ecología y Medioambiente (en inglés, Frontiers in Ecology and the Environment), las medidas sugeridas para reducir el éxito de la depredación son colocarle a los gatos collares con colores brillantes (como los del sistema “Birds Be Safe”) o cascabeles.
“Las intervenciones adecuadas podrían mantener un buen bienestar mental de los gatos y, al mismo tiempo, mejorar la relación entre ellos y los humanos. Especialmente, para los ‘guardianes tolerantes’ y los ‘cuidadores concienzudos’, ya que se reduce el conflicto interno de amar a un animal que a menudo caza a otros animales que también les importan”, reflexionó Sarah Ellis, directora de la organización internacional iCatCare.
En la misma línea, el estudio universitario destacó la utilidad de que los cuidadores de gatos y los ambientales locales de las diferentes regiones británicas trabajen a la par para encontrar soluciones. Teniendo en cuenta las condiciones personales de cada caso, los costos económicos, la facilidad de realización y el efecto positivo en las aves.
“Si la naturaleza quiere ‘ganar’ y las especies en peligro prosperan, se necesita un enfoque pragmático en el que las opiniones de los dueños sean consideradas parte de estrategias de preservación nativa más amplias”, explicó Tom Streeter, presidente de la organización benéfica SongBird Survival.