Si a alguien le quedaba la duda sobre si Diego Schwartzman tiene o no madera de top ten, lo que se vio en el Masters de Roma debería ser suficiente para despejarla. De hecho, a varios de lo que sí ocupan alguno de los 10 primeros lugares del ranking les falta una figurita difícil que él ya tiene en el álbum: la de ganarle a Rafael Nadal en polvo de ladrillo, la superficie en la que el español domina con puño de hierro desde hace más de una década. Y en su lista de víctimas en el foro itálico también figura el canadiense Denis Shapovalov, que a partir de hoy ocupará el décimo puesto.
Por eso, ver a Diego con su carnet de top ten en la mano es sólo cuestión de tiempo. De mantener este nivel, seguramente lo sea antes de 2021. A sus 28 años, “Peque” (apodo que bien podría ser reemplazado ya a esta altura) ha alcanzado la madurez que requiere el manejo de los tiempos en los duelos contra los mejores, y bajo la tutela de Juan Ignacio Chela, ha recuperado su mejor tenis, ese que hace dos años lo llevó a ser el 11° del mundo.
Para tumbar a Djokovic hace falta más que eso, está claro, y más en un año en el que el serbio sólo ha sido derrotado por su propia imprudencia. Pero este baño de confianza que se lleva Schwartzman de Roma puede marcar su futuro: sabe que, si confía en su tenis, le puede ganar a cualquiera. El propio Djokovic no lo tuvo tan sencillo ayer.
Será interesante ver hasta qué punto ese momentum de confianza se refleja en Roland Garros.