Cuánto bien le puede hacer a un campo cultural la irrupción de un “forastero”. Ese forastero es, en este caso, el escritor Nelson Pérez, autor de la novela “La segunda vida de Sanguinetti”, recientemente editada en la provincia.
Pérez es bibliotecario recibido en la Universidad Nacional de Mar del Plata y docente. La pandemia le dio el tiempo para terminar de escribir su novela, que tiene a un bibliotecario como protagonista.
La presentación, aunque virtual, de este nuevo libro ha sido la excusa perfecta para mantener esta charla.
Antes de esta novela, habías escrito poesía. ¿Cómo es el paso entre estos géneros?
-Me gusta explorar todos los géneros literarios. Cada uno ofrece un determinado marco, un canal propicio para expresar aquello que como escritor quiero transmitir o plasmar en el papel.
Durante muchos años, más en la juventud, encontraba en la poesía ese conducto de expresión literaria. En el último tiempo el ecosistema donde más cómodo me siento es en la narrativa. La novela se ha convertido en el formato más adecuado para poder desandar ese universo literario que deseo crear y contar.
La figura del bibliotecario es una figura casi borgeana. ¿Por qué elegiste esta profesión para tu protagonista?
-Cuando decidí participar del Concurso Literario “Mar del Plata Escribe”, había egresado recientemente como Bibliotecario de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Me había generado un gran placer hacer esa carrera, la disfruté mucho, y estaba muy embebido en la disciplina. Pensé que el hecho de que el protagonista de la historia fuera un bibliotecario, me brindaría soltura y solidez, ya que era un ámbito que conocía bien. Además me daba la posibilidad de jugar con un intertexto ilimitado, poniendo en boca del protagonista (Sanguinetti, un apasionado bibliotecario), los nombres de aquellos autores y obras que siempre me cautivaron. Por suerte el resultado fue positivo y pude obtener el primer premio del concurso, lo cual significó además de una enorme alegría, un fuerte respaldo en mi camino de escritor.
-¿Cómo empezaste a escribir?
-Recuerdo escribir desde muy chico. Ya en la escuela primaria escribía unos pequeños libritos que hacía de modo artesanal, sobre aventuras diversas, y que compartía con mis compañeros en el recreo. En las vacaciones aprovechaba para leer lo que me gustaba y para escribir. Incluso cuando estaba leyendo un libro de muchas páginas, me organizaba y ponía el despertador para amanecer temprano y poder cumplir con la cantidad de páginas que quería leer y así poder finalizar con la novela en cuestión. La literatura fue mi pasión desde siempre y nunca me abandonó. Cuando estaba trabajando en alguna empresa u oficina, lo primero que trataba de ver era cómo podía hacer para escribir, y armaba alguna estrategia para llevarlo a cabo. Pero pasaron muchos años hasta que sentí que tenía un estilo propio, hasta encontrar mi pulso de escritor, hasta saber qué quería contar y cómo hacerlo.
¿Cuáles fueron los libros que te marcaron e influenciaron?
-El primer libro que hizo expandir mi imaginación fue Las mil y una noche, leído por mi abuela cuando me quedaba a dormir en su casa. De adulto me conmovieron especialmente Onetti y Gelman. Leí la obra completa de ambos y en más de una ocasión. También Albert Camus tuvo un gran impacto cuando lo empecé a leer. Su novela El Extranjero me parece magistral, te diría inigualable. Siempre me movilizaron especialmente los escritores de nuestro país y de nuestra región, los latinoamericanos, aquellos que fueron conocidos a nivel mundial por el Boom: Roa Bastos, Cortázar, Rulfo, Borges, etcétera. Y más contemporáneos la obra de Bolaño me gustó muchísimo. Creo que el escritor chileno logra momentos sublimes en su último libro 2666.
Vos venís de Mar del Plata. ¿Qué lectura hacés del campo literario salteño?
-Salta tiene una impronta cultural muy fuerte, en todos los ámbitos. Por casualidad, al llegar a la ciudad, viví frente al Paseo de los Poetas, justamente, y se podía sentir el arte en cada baldosa. Por donde uno camine, Salta irradia cultura. Músicos, cantores, escritores. Para publicar la novela trabajé con María Eugenia Carante como correctora, lo cual para mi es un verdadero lujo. La labor de Magdalena Paz Posee también fue fundamental en el resultado final de la edición, tan cuidada desde el plano estético. Eso para un autor es esencial. Me encontré con ese panorama de excelencia al ingresar al mundo literario salteño. Estoy realmente contento y agradecido por la generosidad con la que me han recibido aquí.