Sociedad

A 33 años de la guerra de Malvinas, los veteranos cuentan su historia

Actualmente, los ex combatientes reciben un subsidio vitalicio, pensiones mínimas y cobertura especial del PAMI. Hoy se cumple un nuevo año de la gesta que se sigue recordando.
02 Abr 2015
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Hoy se cumplen 33 años de la guerra de Malvinas, de la reapropiación del territorio insular argentino de la mano de los ingleses. El recuerdo sigue intacto, como también la lucha de los excombatientes para que la historia se cuente en las escuelas y las nuevas generaciones entiendan el valor de la gesta que representa un sentimiento nacional. Para celebrarlo hoy, a las 11, en el Campo Histórico de la Cruz se realizará un homenaje. No habrá desfile por respeto al Jueves Santo.

El presente de los veteranos

En Salta, los veteranos de Malvinas y familiares de caídos en combate “reciben un subsidio mensual y vitalicio que equivale a 48 horas cátedra de un docente, además de tres pensiones mínimas –que es igual a una pensión honorífica a nivel nacional- que en total suman diez mil pesos”, según el presidente de la Asociación de Veteranos de Malvinas, Emilio López.

En total se entregan 25 mil pensiones honoríficas a conscriptos, familiares de soldados fallecidos y civiles. El representante contó además que actualmente, los ex combatientes tienen una cobertura médica especial del PAMI.

“Es una lucha de años que los ex combatientes sostenemos desde hace décadas. Recién en 1991 con el gobierno de Menem se comenzaron a entregar las pensiones, es decir nueve años después de terminada la guerra”, finalizó López.

Historias de guerra

La historia del Vilca Condorí se conoció a través del documental del realizador salteño, Alejandro Arroz. Tres hermanos del paraje Los Naranjos en la localidad de Orán que ocuparon diferentes posiciones en la guerra en 1982. Dos de ellos, Juan y Anastasio sobrevivieron. El menor, Mario, de 16 años, murió en el ataque británico al crucero Belgrano. Nunca encontraron su cuerpo. “Mi hermano se quedó en el Atlántico Sur”, recuerda Anastasio.

Pasaron 33 años del enfrentamiento bélico pero para los hermanos Vilca Condorí las imágenes y los recuerdos siguen nítidos. La guerra los marcó a ellos y también a sus padres –su papá enloqueció y su mamá murió de un infarto cuando ellos estaban en el frente-. “Vivíamos en el campo cuando empresas privadas comenzaron a expropiarse de los terrenos y a quitarnos la posibilidad de vivir del cultivo de la tierra. En las mismas escuelas fomentaban que los chicos vayan a los grandes poblados, como Buenos Aires, a buscar una mejor vida. En esa época, la Marina te pagaba los estudios. Era la oportunidad ideal para vivir y servir a la patria”, cuenta Anastasio.

"Yo quería navegar con mis hermanos"

Anastasio tenía 21 años y acababa de recibirse de enfermero de la Marina cuando fue asignado al buque Hospital Bahía Paraíso, que durante la guerra -junto al Irízar- atendió y contuvo a los heridos. En cambio, sus hermanos Juan y Mario embarcaron en el Belgrano.

“Yo quería navegar con mis hermanos y que me hayan mandado a la guerra fue un honor para mí. Lo sentí como un acto de grandeza muy grande”, destaca. Sin embargo, durante la guerra, no vio a sus hermanos.

El buque hospital Bahía Paraíso, con insignia de la Cruz Roja Internacional, estuvo emplazado primero en una isla en La Plata, luego viajó a Puerto Belgrano. Pero Vilca cuenta que circundaba las islas de manera constante. “No dábamos abasto para cubrir toda la geografía de las islas y para atender a los heridos. Nos deteníamos en los lugares que más necesitaban ayuda, y algunos trayectos los hicimos en helicóptero pero siempre racionalizando el combustible para que nos alcance. Después se sumó el buque Irízar, con el que trabajamos palma a palma”, cuenta.

Anastasio recuerda que en la vorágine de atender soldados heridos o moribundos también sentía miedo. “Pese a tener la habilitación de la Cruz Roja Internacional, los ingleses nos hostigaban. Cuando se produjo el ataque el crucero Belgrano, fuimos a salvar a nuestros compañeros pero nos tuvimos que retirar de la zona y anclar en Ushuaia porque un submarino inglés nos hacía la guardia. También nos atacaron aviones. Ellos nos trataron como un enemigo más”, remarca el enfermero.

En el Belgrano estaban sus hermanos Juan y Mario. Juan se salvó pero Mario que tenía sólo 16 años y estaba comenzando su carrera en la marina murió intentando apagar el fuego.

En su puesto de trabajo, Anastasio vio soldados afectados por el conocido “pie de trinchera” –cuando el pie se congela y escama por las altas temperaturas-, también maltratos de oficiales y conscriptos heridos. “Los oficiales subían al buque, buscaban a los soldados heridos y se los llevaban para que sigan luchando”, agrega. Los Vilca Condorí junto a otros cientos de soldados volvieron al continente como prisioneros de guerra.

La persistencia de la Fuerza Aérea

Siempre se afirmó que la Fuerza Aérea Argentina tuvo un destacado desempeño durante el conflicto armado, que dejó un saldo de 649 soldados argentinos muertos. Ramón Galván, que fue piloto de los aviones Pucará, vivió la guerra desde otro lugar. Tenía 22 años y su primera hija nació cuando todavía estaba en combate,  estaba destinado en la tercera Brigada Aérea en Reconquista –Santa Fe- cuando lo trasladaron a Puerto Santa Cruz, en Río Gallego, desde donde salían los aviones. Sólo el 28 de mayo estuvo en Malvinas.

“Era la primera vez que la Fuerza Armada se desempeñaba en una guerra, habíamos hecho prácticas pero jamás habíamos combatido. Pese a la situación de desigualdad con los británicos, tuvimos un buen desempeño”, remarca Galván, quien todavía presta servicio para la Fuerza.




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