Ella acerca su mano al hombro de cada persona que sube al “cerro de la Virgen” todos los sábados y hay quienes, inmediatamente después, se desvanecen, “caen en el descanso”, como ciertos fieles lo llaman. Al restablecerse, confiesan haber sentido la presencia de la Santísima Virgen María, gracias a la intersección de una mujer.
¿Quién es ella? Para algunos es simplemente María Livia, una señora que propicia de mediadora entre la Virgen y los fieles para realizar “curaciones” milagrosas. Para otros, es una salteña más, de buena posición económica, que dice tener manifestaciones sobrenaturales.
Su nombre completo es María Livia Galliano de Obeid, tiene 66 años, tres hijos y tres nietos, y está casada desde 1970 con Carlos Obeid, un conocido empresario de Salta. Si bien no da entrevistas a los medios, se sabe de ella por lo que ella misma cuenta en sus presentaciones en el santuario del cerro, por el sitio web de la fundación que preside y lleva el nombre de “Yo soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús”, su libro y las conferencias que mensualmente ofrece a los peregrinos en el estadio Delmi.
De pelo castaño, siempre recogido y con una vestimenta sobria, María Livia se convirtió en la conductora de “milagros”, según el relato de muchos devotos de la religión católica que acudieron ella en busca de una sanación. Pese a que una parte de la Iglesia todavía no legitima sus revelaciones y sus prácticas en el cerro, sus seguidores siguen multiplicándose.
Lo cierto es que lleva más de 20 años recibiendo miles de personas de distintos lugares del país y de países vecinos que acuden a ella por “una sanación”. Más de 600 testimonios dan crédito de sus “curaciones”, según contó María Livia en su última conferencia en el Delmi, en noviembre, donde una multitud de peregrinos fue a escucharla y tratar de tocarla, como una figura popular que encanta a las masas.
“Muchísimas personas se han curado, muchos ciegos que han vuelto a ver, paralíticos que han caminado, algunas enfermedades gravísimas incurables se han curado... muchísimos testimonios que ya están escritos y guardados en la curia”, dijo la mujer, desde un escenario donde se montó una mesa cubierta de un mantel blanco y en la que habían imágenes de la “Inmaculada Madre del Divino Corazón de Jesús”, nombre que la misma Virgen le reveló, según contó.
En estas conferencias públicas, suele narrar sus visiones, los mensajes y profecías que recibió de la “madre de Dios” y de Jesús, quien se paró frente a ella -relató- y también le habló.
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Las primeras manifestaciones sobrenaturales, fueron en 1990, las que cambiaron la vida de María Livia. “Yo soy la Bienaventurada Virgen María la madre de Dios”, dijo aquella visión, según la misma mujer. “Después de esta primera aparición yo quedé muy extasiada y no podía subir al cielo con la Virgen, ni bajar totalmente a la tierra; y durante tres días no podía tragar ni mi propia saliva, no podía comer”, describió.
Por aquellos años, era una ama de casa dedicada a sus hijos, asidua a la parroquia de su barrio, una católica practicante. De acuerdo a los vecinos, siempre gozó de buena posición económica y tenía especial cuidado en su aspecto físico.
Pasados los años y reveladas aquellas apariciones a las monjas del convento San Bernardo -tras guardar silencio durante un tiempo a pedido de la Virgen, según dijo-, María Livia comienza a tomar notoriedad. Consigue que el lugar donde hoy se sitúa el santuario fuera donado por los propietarios (familia Garat) y se construyera allí la ermita, gracias a “la voluntad” de algunos fieles.
“Edificadme un santuario elevado para que se cumpla lo que te revelé”, le habría dijo la Virgen en el 2000, de acuerdo al relato de la mujer.
A partir de 2001, el cerro se transformó y empezó a recibir miles de peregrinos, la mayoría llegados a la ciudad por medio de tours que provienen de distintas provincias, incluso desde países como Uruguay y Paraguay. Viajan hasta más de 24 horas para conocer a María Livia y pedir a través de ella que la Virgen les conceda algunas “sanaciones”.
En las conferencias públicas, los fieles pueden hacerle preguntas y comprar el libro que revela los mensajes recibidos, aquellos que el ex Arzobispo de Salta Moisés Julio Blanchoud autorizó publicar. Esto fue en 1997, a partir de ese momento se imprimieron varias ediciones. En la última conferencia, algunos seguidores de María Livia le pidieron que devele los últimos mensajes de la Virgen que aún no fueron publicados. Ella, con una gran sonrisa (tal vez la única que mostró en esa jornada), dijo que quizá sea el momento de pedirle a la actual autoridad de la Iglesia el permiso para publicarlos. “Haría mucho bien… vamos a ver si el señor arzobispo quiere darlos a conocer”, respondió la mujer a la última pregunta que permitió que le hagan. Luego de una oración en silencio, con la canción de la Virgen de fondo, ella se fue saludando desde el escenario, escoltada y protegida por un cordón humano formado por los “servidores” de su fundación.