Más de 300 peregrinos de los Valles Calchaquíes ya están en la Catedral. El lunes renovarán su pacto fidelidad al Señor y Virgen del Milagro.
La piedad de los peregrinos es tan inexplicable como inentendible. La fatiga, la incertidumbre, el dolor y la piedad son el pan cotidiano de los caminantes.
En Salta, el Milagro se respira en cada esquina. Y es así que cientos de salteños salieron al encuentro de los caminantes de Molino, que hoy llegaron a la Catedral, luego de cinco días de peregrinación.
Con aplausos interminables y al grito de: “bienvenidos peregrinos” y “fuerza que falta poco”, los vecinos salían de sus domicilios para ofrecer agua fresca a los caminantes.
A pocas cuadras de la Catedral, los files aceleraron el paso y los canticos cada vez eran más fuertes. Los oficinistas del microcentro, dejaron sus tareas y desde los balcones arengaban a los fieles.
Una vez en la Catedral, los cientos de peregrinos, con lágrimas en los ojos, ingresaron a la Catedral y se arrodillaron frente a las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro.
Solo decirle gracias
Juan Pablo, que estuvo encargado de la peregrinación de Molinos dialogó con LA GACETA y contó que fueron 220 los kilómetros recorridos entre valles y quebradas.
También explicó que el clima muchas veces dificulta el camino, pero aseguró que, “para llegar a la Catedral no importa nada”.
A tan solo tres cuadras de llegar a la Catedral, Juan Pablo dijo: “Solo nos interesa llegar a los pies del Señor y decirle gracias, solo eso”