"Todos los días me corren, me despierto y me están corriendo. Ellos siempre están”. Con estas palabras describió parte de sus recurrentes sueños ERG, la mujer con identidad protegida que cuando tenía 15 años –entre diciembre de 1976 y noviembre de 1977- fue secuestrada por la Policía en el sur provincial, torturada, violada, privada de alimentos, de higiene y hasta de sueño.
Hace 37 años que espera justicia, y su caso es uno de los más resonantes que se investigan en la Causa Metán, a cargo del Tribunal Oral Federal 1.
Durante los alegatos que empezaron el martes pasado, la fiscalía –integrada por Francisco Snopek y Juan Manuel Sivila- señaló como responsables por este caso al exjefe de la Guarnición Salta del Ejército, Carlos Alberto Mulhall; al ex director de Tránsito de Metán y funcionario de Inteligencia del Ejército, Eduardo del Carmen del Valle; y al exjefe de la Regional sur de la Policía provincial, Andrés del Valle Soraire. Para los tres pidieron prisión perpetua.
Durante el desarrollo del juicio, se logró acreditar que la víctima ERG fue detenida cuando tenía 15 años, en diciembre de 1976. Ella cursaba la secundaria en Buenos Aires, y al entrar en vacaciones había viajado a la provincia para visitar a su madre, que vivía en El Galpón.
Cuando llegó a Metán y se disponía a tomar otro ómnibus que la llevara hasta su destino final, cerca de las 6 de la mañana fue detenida sin orden judicial por varios efectivos de la Policía, a cargo del comisario metanense Eduardo Zona (ya fallecido). En ese momento empezó su calvario.
Luego de ser detenida fue trasladada en un patrullero a la comisaría de Metán, donde fue interrogada bajo la acusación de “guerrillera”. Entre sus pertenencias, la Policía dijo encontrar material “subversivo”: los poemas de Pablo Neruda y un libro con ensayos del “Che” Guevara bastaron para sostener la acusación. No pasaron muchos días hasta que los policías la empezaron a llamar “la guerrillerita”.
Sin orden de detención y sin poner en conocimiento de un juez la situación, ERG quedó alojada en la propia comisaría. Días más tarde fue llevada por los imputados Soraire y del Valle hasta la localidad de Río Piedras –a pocos kilómetros de Metán- para que reconociera forzosamente un cadáver. Esa fue una de las primeras torturas a la que la sometieron. “La obligaron a oler el cadáver, que tenía un avanzado estado de descomposición”, relató el fiscal Sivila en la presentación de los alegatos, el martes pasado.
Semanas después de ser detenida, fue conducida por la Policía a un colegio de Metán, donde fue obligada a identificar y dar nombres de estudiantes.
Al no poder alojarla permanentemente en la comisaría de Metán, consta en el expediente de la causa que fue trasladada en varias oportunidades a distintas pensiones, donde era custodiada por efectivos de civil. Por la noche era llevada a la comisaría para ser torturada y violada.
Cuando relató lo acontecido y preservando la identidad para evitar una revictimación, el fiscal Sivila dijo: “concretamente, las torturas aplicadas consistieron en golpes, cortes, amenazas reiteradas, sometimiento a condiciones inhumanas y degradantes para la víctima: tales como la falta de higiene personal, la privación de alimento y sueño, el sometimiento reiterado a humillaciones, en circunstancias en las que se la mantenía desnuda”.
Ante la búsqueda de sus familiares y los reclamos permanentes, en mayo de 1977 fue trasladada a la capital salteña, donde –para blanquear la detención- estuvo en una dependencia a disposición de la Brigada de Investigaciones.
La tortura
“Le introdujeron elementos en sus genitales”, dijo en concreto el fiscal Sivila cuando enumeró las humillaciones y las torturas a las que fue sometida ERG. “Tuvo un embarazo fruto de las violaciones, que no pudo advertir por sí misma por su corta edad y fue violada también durante su embarazo”, relató.
Entre los episodios que relató ERG cuando dio su testimonio ante el Tribunal Oral Federal, contó que fue humillada en una fiesta de policías. Allí, “un número indeterminado de personas la violó y se burló de ella”, consta en el crudo alegato que presentaron los fiscales.
Cuando se realizaron las audiencias, en compañía de la psicóloga Natalia Baumann, del Centro de Asistencia a las Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos “Fernando Ulloa”, ERG quebró en llanto varias veces antes de terminar su declaración. Incluso, en varias audiencias debió retirarse al no poder contenerse.
En el transcurso de la causa, el Centro Fernando Ulloa remitió un informe al Tribunal donde quedó corroborado –a partir de los informes psicológicos- que los tormentos contra ERG “exceden un hecho puntual”. Para los peritos, sin dudas se trató de “una situación de reducción a la servidumbre”.
El hijo de un violador
Pese a haber sido violada y torturada sistemáticamente durante el embarazo, como así también privada de alimentos, vestimenta e higiene, ERG no perdió el bebé. Seguía en cautiverio cuando parió en un hospital de Rosario de la Frontera, localidad cercana a Metán, donde fue llevada por el comisario Eduardo Zona.
El parto se produjo el 25 de noviembre de 1977. Días después, la adolescente convertida en madre por una violación fue vendida por la Policía a un empresario de la región identificado en el expediente como Fermín Chaile, un hombre que rondaba por aquel entonces los 70 años y que sometió a ERG hasta que falleció, en 1983 o 1984.