Dormir no es tarea fácil para todos. De hecho, se piensa que a veces el sueño cambiado o la imposibilidad de conciliarlo tiene que ver con las actividades cotidianas, la comida o el estrés. Sin embargo, existen factores externos a la voluntad del ser humano que pueden estar influyendo.
Un equipo de científicos la Universidad de Michigan (EE.UU.) lo demostró con una aplicación que les permitió medir patrones de sueño, según reprodujo la BBC Mundo.
El estudio, publicado en la revista especializada Science Advances habla de las cinco consecuencias de la falta de sueño:
1. Edad
A medida que se envejece los hábitos de sueño cambian.
"La edad tiene una relación no lineal con los horarios y la duración del sueño; a medida que aumenta la edad, dormimos menos horas y nos levantamos más temprano", explicaron los investigadores.
En general, los hombres de mediana edad son los que menos duermen, de acuerdo con el estudio.
2. Sexo
Las mujeres duermen un promedio de 30 minutos más cada noche que los hombres, especialmente en edades comprendidas entre los 30 y 60 años.
"Las mujeres suelen dormir más horas (a partir de nueve) y muestran menos cambios en los hábitos de sueño a medida que envejecen", explicaron los científicos.
3. País y cultura
El país y la cultura del lugar donde vivimos también influyen. Por lo general, cuanto más tarde se va a dormir un país, menos duermen sus habitantes. Aunque, a la hora a la que el país se despierta apenas afecta a lo que dormirmos.
El conflicto, según Daniel Forger, uno de los autores del análisis, se produce entre el deseo de permanecer despiertos hasta tarde y nuestro reloj biólogico, que nos urge a salir de la cama temprano.
"Yo me preocuparía menos sobre la alarma del despertador y más sobre lo que hace la gente por la noche"
4. Luz
Las horas de luz también son fundamentales, y es necesario diferenciar entre luz natural y artificial. Es importante tener en cuenta cómo responde nuestro reloj biológico a las diferentes horas de luz.
Aquellos que pasan más tiempo expuestos a la luz solar suelen irse a la cama temprano y, generalmente, duermen más que quienes pasan casi todo el día bajo luz artificial.
5. Presión social
El estudio reveló que las presiones sociales pueden alterar nuestros ritmos de sueño, pues tienen la capacidad de poder anular nuestros ritmos biológicos. De esta manera, "ignoramos" nuestros relojes biológicos, que nos dictan la hora a la que deberíamos irnos a dormir.
"Esto pone de manifiesto que, aunque nuestros relojes corporales están programados para hacer ciertas cosas, nosotros no podemos hacer lo mismo porque estamos gobernados por circunstancias sociales", aseguró el nerocientífico.