Contar el mundo que se mira y se siente para sentirse acompañado es una de las tareas que se propuso Ismael Serrano hace más de 20 años, cuando empezaba a componer canciones. El tiempo y la constancia lo volvieron heredero de la canción de autor y denuncia, lo pusieron en la ruta de giras con las que recorrió varios países y el viernes, a las 21.30 y en el Teatro Provincial, estará en Salta con la última de ellas: "La llamada".

"Me hace ilusión volver a estos lugares, con una guitarra al hombro y en un concierto muy especial, que permite otro tipo de diálogo con el público, muy íntimo. Vamos a hacer un recorrido muy intenso. Este formato permite ir a muchos lugares que de otra manera no se puede llegar", cuenta Ismael, en una charla exclusiva con LA GACETA.

-¿Qué buscás que suceda con tu público cuando va a escucharte a un teatro?

-Es una música que invita a la reflexión, que hace una crónica social y sentimental del mundo intentando darle un vuelo poético. Ahora le vamos a presentar como fueron originalmente creadas, con voz y guitarra. Es una forma también de medirme yo mismo, de hacer un repaso y un balance. Son letras relacionadas con situaciones entramadas con lo social, con personas y estados colectivos.

-¿Qué pasó entre el momento en que las escribiste y lo que sucede ahora con esas situaciones que contás?

-No ha cambiado tanto. Son canciones muy recientes. Vivimos un momento efervescente en España, un momento crucial en muchos aspectos. Está cambiando mucho el panorama político, sobre todo porque hay una sensación joven de gente que quiere ser escuchada y escribir sus propios relatos y asumir el protagonismo que le corresponde. Es un momento en el que se rompe el paradigma del bipartidismo en España, surgen otros liderazgos. Es el momento de una nueva exigencia política por parte de la ciudadanía.

-Cuando aparecieron los Panamá Papers te referiste a la situación de Macri y te pronuciaste con firmeza sobre sus cuentas en el extranjero.

-Lo que trataba de criticar a través de un tuit es esto de que nos traten de vender como una acto de patriotismo algo que debería ser absolutamente natural, como es normalizar la situación de tener tu dinero en un paraíso fiscal. En Islandia el primer ministro dimitió por algo parecido, en España varios funcionarios, entre ellos un ministro, debieron dimitir por esto. Es decir los paraísos fiscales sirven para lo que sirven, que es no pagar impuestos, para no declararlo porque son cuentas que pagan muy poco dinero y no aportan impuestos al país de origen. Que un presidente tenga cuentas en paraísos fiscales está muy feo.

-Tu carrera nació ligada al compromiso social, el de trovadores como Silvio Rodríguez, Aute, Serrat ¿Cómo llegaste a ese camino?

-Uno le canta a lo que lo emociona y no solamente emocionan tus historias de amor y desamor, tus encuentros sentimentales. La visión de un mundo desigual también emociona y te lleva a componer. Es algo normal y natural, forma parte de la esencia del cantautor. Si haces una crónica emocional y sentimental del mundo, cómo no te vas a sentir interpelado por una injusticia, cómo no te vas a sentir afectado por la tragedia ajena. No se puede omitir esta parte de la realidad cuando uno quiere cantarle precisamente a eso, a la realidad, y tratar de ser permeable y de forma natural el cantautor se compromete.

-¿La música puede cambiar esa realidad?

-Fundamentalmente la música sirve para sentirse acompañado. Más allá de mover conciencia, se compone para generar espacios de encuentro y entender que no se está solo. Eso es tremendamente útil en los momentos de adversidad porque se recupera conciencia de tu capacidad para incluir, saberte acompañado entendiendo que se puede influir en el destino, en el futuro, no estar tan solos.

-Como sucedió en España, en los últimos tiempos apareció un giro a la derecha en Latinoamérica ¿Que opinión te merece este cambio conservador en la política?

-Creo que debería merecer un ejercicio de autocrítica por parte de la izquierda, porque no se ha sabido construir un relato que convenza. Se ha perdido la confianza de la gente y no se ha sabido dar respuestas necesarias, más allá de todo tipo de conspiraciones que uno se pueda imaginar. Hay que hacer un ejercicio de autocrítica y entender por qué la izquierda no es capaz de dar un mensaje capaz de ilusionar a la gente, hasta qué punto los cambios que se producen son estructurales. Se trata de clientelismos que no hacen cambios de la estructura. Ser de izquierda supone eso, ser autocrítico y exigente con un mismo y no hacer un discurso complaciente.