Sociedad

Tres amistades que marcaron la música salteña

LA GACETA te cuenta la historia de tres grupos que cimientan su carrera musical sobre la amistad que une a sus integrantes.
20 Jul 2016
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Hoy es un día para celebrar la amistad, aquella que se sostiene con los años, también la que es reciente pero es tan fuerte que parece de toda la vida. También es el día de los amigos que se reencuentran y se redescubren, y de los que se convirtieron en la familia elegida.

En la música, a veces, es inevitable que lo que comienza como un proyecto artístico se transforme en un lazo más fuerte. Hay conjuntos, como Perro Ciego, que se juntaron para tocar rocanrol y en el camino se hicieron amigos. “Hoy somos una familia”, sostienen. También están Los Huayra, a quienes la amistad los motivó a armar un conjunto y salir cantar  o Los Nocheros, donde se unen dos generaciones de músicos de una misma familia con un amigo de la adolescencia.

Los vínculos son el motor de los proyectos de estos tres grupos que marcaron la música salteña. LA GACETA te cuenta sus historias:

Para toda la vida

La casa de Mario Teruel, en un pasaje de la avenida Belgrano al 2200, es el lugar de encuentro de músicos y poetas salteños. Si Los Nocheros están en Salta, siempre hay un amigo dando vueltas por ahí, en especial en el quincho, que con el paso de los años se convirtió en un templo, con afiches del grupo enmarcados y colgados hasta el techo. No es difícil imaginar que en ese lugar, donde también hay un piano, siempre se arman interminables guitarreadas. Allí se respira música, también esa complicidad que desde hace 30 años mantiene unidos a Los Nocheros y que, según ellos, “es para toda la vida”.

En una gira nacional, que arrancará el próximo jueves 29 en el estadio Delmi, el conjunto que innovó en el folclore salteño celebrará estas tres décadas de aprendizaje, crecimiento y también de cambios que consolidaron un vínculo que para Kike, Mario, Rubén y Álvaro se construye desde la paciencia, el respeto y “el aguante del uno con el otro”. “Siempre nos apoyamos. Cuando uno flojea sabe que los otros tres están ahí para apuntalarlo. Mis compañeros me enseñan a manejar las situaciones de intranquilidad y ansiedad, también a mirar, escuchar y, sobre disfrutar lo que nos pasa”, recalca Mario Teruel.

“Un blues en tu nombre”


Un taller de música dictado por Cacho Gala propició el encuentro de la banda de rock con más trayectoria y permanencia en el medio, Perro Ciego. Aunque Salchi, Gamba y Jopo iban al mismo colegio, el Tomassini, nunca antes habían tenido relación. Fue en 1986 cuando empezó todo. La música los encontró con Pelado Vega y El Pibe Acosta, también alumnos del taller. En este contexto, de sapadas, recitales e interminables charlas, nació “Perro” y también una amistad que hoy, además del blues y el rocanrol, es el motor de la banda. Ellos crecieron juntos, las pasaron todas, buenas y malas.

“Cuando nos conocimos cada uno tenía diferentes proyectos. Con el tiempo, aprovechamos que nos veíamos todos los días en el colegio para juntarnos en los recreos que planificar lo que queríamos armar”, cuenta “Salchi” Dique, vocalista de Perro Ciego. “Nuestra banda comenzó con la música y después empezamos a conocernos. El tiempo hizo que nuestro vínculo se convierta en una gran amistad. A esta altura ya somos una familia”, destaca el músico.

Salchi también agrega que esa hermandad también los ayudó a sobrellevar, hace diez años, la muerte de su amigo y uno de los pilares de Perro Ciego, el Pibe Acosta. “La partida de Fede fue lo más triste que nos pasó como grupo pero también nos unió y fortaleció como amigos. Tuvimos que ponerle el pecho y tratar de salir de esa situación que nos hundió. Si bien lo extrañamos mucho, el Pibe está presente en nuestras canciones y en nuestras tocadas, pudimos salir adelante”, agrega.

Con cinco trabajos discográficos en su haber, giras, presentaciones en festivales de rock y un público que los sigue como un ritual, Perro Ciego no tiene cábalas, ni tampoco una clave para su permanencia ininterrumpida en la música de Salta. Lo suyo es simple porque ellos son así. Son amigos que hacen música y que también comparten todos los momentos de la vida del otro. “Hoy, con treinta años juntos, sentimos que disfrutamos de la banda, y la cuidamos. Nos importa mucho el lado humano de cada uno. Ahora disfrutamos de lo que tenemos, que nos costó mucho, desde los ensayos hasta las tocadas. Nos conocemos y sabemos cuáles son nuestras flaquezas, nos aceptamos”, finaliza.

“La música nos une y nos moviliza”


La historia sobre los inicios de Los Huayra es conocida por estos lados. El grupo se formó en el colegio Salesiano, en 1995. Con una modificación en el nombre del grupo, salidas de algunos integrantes y nuevas incorporaciones, ellos se conocen desde esa época, de cuando subían a los escenarios de las cantatas escolares y veían como un sueño todo lo que están viviendo ahora. A Los Huayra los caracteriza la compatibilidad y el respeto con que, a pesar de sus diferencias, sostienen e impulsan su exitosa carrera. “Pasamos buenas y malas. Cuando recién comenzamos, viajábamos todos apretados en una combi, que más de una vez se nos quedó en la ruta y tuvimos que empujarla para seguir viaje y llegar a destino. Muchas veces hicimos viajes eternos para llegar a un lugar, tocar cuatro temas y pegar la vuelta, o estar en medio del camino y enterarte que murió un amigo”, recuerda Álvaro Plaza, baterista y uno de los primeros integrantes del grupo.

Ese inolvidable amigo al que “El Loco” se refiere es Fernando Suñer, el séptimo Huayra, el hombre que los acompañó desde el primer instante y que convirtió en el ángel de la carrera del conjunto. “La muerte de Fer fue un empujón para nosotros. A partir de ahí decidimos que teníamos que seguir y crecer en su honor porque era lo que el más deseaba. Nos hizo ponernos las pilas, sentimos la necesidad de mejorar lo que veníamos haciendo, de crecer”, recalca el músico.

Para Los Huayra, la amistad y el respeto hacia lo que hacen es la clave de su éxito como músicos y como personas. “Nos conocemos mucho. Sabemos las mañas de cada uno, también cómo va a reaccionar el otro en determinada situación. Es cierto que hoy es más difícil juntarnos más allá de los ensayos o las giras, ahora tenemos familia, nuestros compromisos y responsabilidades pero nos mantenemos unidos y compartimos la ilusión de llegar a más, no desde la ambición, sino desde el crecimiento. La música nos une y nos moviliza”, concluye. 

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