Desde el centro salteño hasta la puerta de la Casa San José hay una hora de viaje por un camino sinuoso de ripio, hasta la mitad del trayecto que siguió Güemes antes de morir en la Quebrada de la Horqueta. Ahí está recluido desde hace más de un año el sacerdote Rubén Agustín Rosa Torino, investigado por supuestos abusos sexuales y que ayer se convirtió en noticia nacional por un informe publicado por TN.

A pocos metros de la Finca La Cruz está la casona propiedad de la Iglesia donde pasa sus días de retiro forzoso el cura. Hasta ahí llegó LA GACETA para buscar a Rosa pero no quiso hablar. Según dijo uno de los encargados del lugar, que prefirió mantener el anonimato, el sacerdote tuvo una recaída en sus problemas de salud y "quedó muy entristecido", aseguró el hombre. También agregó que le recomendaron que no hable más y ahora permanece dentro de la casa junto a una hermana que lo acompaña.

Además de sus cuidadores y de su hermana, Rosa tiene como única compañía una familia de perros doberman que contiene detrás de una verja de madera y ladrillo y un cerco electrificado que mantiene a la jauría dentro del parque. Hay dos hembras, un macho y tres cachorros de pocos meses revueltos en una cucha cerca de un árbol. Ninguno ladra ni actúa a la defensiva, tampoco se acercan demasiado pero se ponen alertas cuando se abra la puerta de la casa y se acerca el cuidador. "No creo que hable el padre. Igual le voy a preguntar", dice, y después de varios minutos vuelve con la negativa y una explicación que suena a excusa. "No se siente bien", dice, y mueve la cabeza en silencio. 

En la zona no hay vecinos ni pobladores cerca. Félix Cortés saluda desde lejos con un pico al hombro y un perro mestizo que lo acompaña. Es el cuidador de la finca de la familia Juncosa, la misma que donó las tierras a la iglesia para construir la Casa San José. Félix dice que el padre "es amable" y que siempre está en el parque con los animales, que no sabe nada de lo que pasó. Mirá el video.