Cuando todo se ha dicho, contado y mostrado, lo único que se puede hacer es volver a mirar. En esa línea permeable entre los hechos y los dichos, Felipe Pigna se mueve como pez en el agua, se sumerge, bucea y sale a la superficie con revelaciones que él mismo se encarga de recordar que siempre estuvieron al alcance de cualquiera. "No me proclamo descubridor de ninguna pólvora. Se trata de recordarle a la gente que la información siempre circuló, mirar de otra manera lo que siempre ha circulado porque la información siempre estuvo ahí, los documentos son los mismos y uno puede tener distintas miradas. El llamado es a mirar de otra manera la historia, que es muy unívoca, autorreferencial y que deja afuera a los pueblos originarios, a las mujeres, y se naturalizó que esto sea así", dice en una charla exclusiva con LA GACETA.
Mañana sábado, a las 21 y en el Teatro del Huerto, el historiador se presentará junto a Darío Stzajnszrajber con "Amor+Muerte+Religión+Poder. Preguntas de la historia y la filosofía", un espectáculo que proponen como espacio de divulgación. "Nos sentimos profundamente divulgadores, esto que nos colocan como un insulto, a nosotros nos pone muy orgullosos. Es acercarle a la gente un conocimiento que debe ser un patrimonio social, que no es de nadie y es bueno que la gente acceda", define.
El espacio es para hacer preguntas y responderlas con lo que pensadores y personajes de la historia resolvieron y experimentaron en diferentes épocas. "Como a Darío le encanta la historia y a mí la filosofía, vamos dialogando a lo largo de dos horas sobre estos temas. Darío sobre cómo vieron estas cuestiones los distintos filósofos y yo dando distintos ejemplos con algunos locales sobre cómo ha vivido la gente cada uno de estos temas".
-¿Qué podés decir sobre estas cuestiones en la historia salteña?
-Voy a hablar del poder popular que tuvo Martín Güemes, cuando ejerció el poder en Salta y que fue muy particular. Uno siempre asocia el poder a lo económico o lo omnipotente y en realidad se trata de un momento muy interesante de la historia argentina como fue la Guerra Gaucha y todo ese momento importante de un personaje para mí central de la historia argentina, muy distinguido tanto por Belgrano como por San Martín, que decía que sin Güemes no había cruce de los Andes.
-¿Cómo se encarnó el poder en su figura?
-Vamos a hablar de qué manera se conforma este modelo tan particular del poder que encarnó Martín Güemes con el Ejército de los Infernales, que tuvo a raya a los españoles durante nueve años, las nueve invasiones españolas, y el lugar de Macacha, que fue la primera mujer que ejerció la gobernación de hecho, que fue importante como agente diplomática, negociadora, como mujer que salva a Güemes durante la revolución del comercio, vamos a hablar de ese momento y lo que significó Güemes. Para mí es un personaje nacional, a pesar de que la historia portuaria lo denomine como un caudillo o un prócer provincial en esta mirada ombliguística que tiene la historia del poder.
-Los marginales, las mujeres, los originarios, los anónimos ocupan un espacio central en tu trabajo ¿cuál es el rol que te interesa destacar?
-Lo normal es la idea de los vencedores, los que quedaron narrando la historia, que es absolutamente anormal. Están presentes cuando hablo de la mujer y el poder, cómo ha manejado el poder la presencia femenina y cómo la han intentado marginar con el discurso, siempre se la advirtió como un peligro y no se la pudo comprender. La tendencia femenina a la rebeldía, a insistir con sus derechos, y cómo ese discurso permanece presente y se percibe en la misoginia que aparece en los medios y en la propia justicia o el poder judicial, que siempre falla en contra de la mujer y a favor de los violadores o tiene tanta contemplación con los femicidas, además de poner la carga en un lugar invertido, sospechando de la vida sexual de las víctimas o si usaba una pollera más o menos corta o qué tipo de vida tenía, cosas que no tienen nada que ver y están fuera de lugar.
-¿Dónde comienza esa manera de mostrar a la mujer en la historia?
-Es un discurso muy antiguo, desde cuando la mujer era mirada como la que llevaba al hombre por el mal camino. Arranco con la historia de Lilith, la primera mujer que aparece mencionada en el mito de Adán y Eva y es la primera mujer de Adán, a la que él rechaza porque no está dispuesta a someterse a su voluntad y por eso le pide a Dios que le mande a otra, que es Eva y es parte de él, sale de una costilla. Adán entiende que eso es una mujer y el discurso bíblico entiende también que así debe ser una mujer
-¿Por qué quisiste contar la historia de nuevo?
-Lo primero es el cariño por la historia y la pena que me daba que la gente tenga una imagen tan distorsionada de lo que es la historia, que es una cosa aburrida, una recopilación de batallas y fechas, y después la humanización de los próceres, que no tiene que ver con hablar de sus miserias sino de su humanidad, ayuda a la ejemplaridad. Si nos sentimos congéneres y que fueron seres humanos como nosotros, ahí funciona con más claridad. Si los pongo en un plano de superhéroes y de perfección, no vale la pena ni siquiera intentar imitarlos o tomarlos de ejemplo porque nunca lo voy a poder lograr. Ese relato mentiroso de lo heroico conspira contra la ejemplaridad. La historia sirve para entender que estas personas eran seres humanos, con muchas imperfecciones en el buen sentido de la palabra, con ganas de cambiar el mundo y todo eso que podemos tener en común. Ser sanmartiniano no quiere decir que tengas que cruzar los Andes, sino entender lo que pensaba, sus inquietudes, sus problemas y ahí el ejemplo es más sencillo de tomar. La empatía, el patriotismo y la honestidad están al alcance de todos nosotros.
-¿Qué opinión te merece el cambio de los nombres de las calles y la resistencia de algunos sectores a esos cambios?
-Me parece que es fundamental que se hagan esas modificaciones y lo que debe ser cuestionado no es que se lo quiera cambiar sino el haberles puesto esos nombres en primer lugar. Que tengamos una avenida con el nombre Reyes Católicos en América es un insulto. Lo mismo la avenida Colón, que está naturalizada en todo el país y no debería existir en ninguna ciudad de Argentina, cuando todavía faltan tantos nombres de personajes tan importantes o tienen callejuelas, cortadas o calles escondidas. Se cuestiona el cambio y no a quien se le ocurrió ponerle General Uriburu a una calle, como tenemos en toda la Argentina con nombres de golpistas.
-¿Cuál es tu posición ante esa división entre la historia regional y la nacional?
-No existe la historia regional, todo es nacional. Internalizamos que la historia nacional es la que transcurre en Buenos Aires cuando todo lo que ocurre en el país es de todo el país. Güemes defendió nuestras fronteras ¿cómo no va a ser nacional? Hay que terminar con la historia de lo regional y lo nacional, porque se termina minimizando a uno y engrandeciendo lo otro. Es absolutamente injusto y además es poco serio desde el punto de vista de la investigación.
PARA AGENDAR
"Amor+Muerte+Religión+Poder. Preguntas de la historia y la filosofía". 21. Teatro del Huerto, Pueyrredón 175. Darío Stzajnszrajber y Felipe Pigna. Entradas desde $300.