Cocaína. Traiciones. Sospechas. Corrupción. Amenazas. Muerte. Todo eso se puede encontrar en la historia de la guerra narco que se desató en Orán, donde al menos cinco perosnas fueron detenidas al ser sospechosos de haber actuado como sicarios de una banda que eligió el camino de la sangre para quedarse con el poder.
Esta historia comenzó a escribirse hace varios años. Un tal “Cólera” y un tal “El Coya”, que tenían antecedentes por robos, decidieron probar suerte en el negocio de la “merca”. Comenzaron desde muy abajo, trayendo un par de kilos de Bolivia.
Les fue bien y quisieron más. Como no tenían el dinero suficiente, utilizaron el peor de los recursos: se dedicaron a mejicanear (robar) la droga de otros grupos que operaban en la frontera. En el mundo de los narcos, esa actividad sólo es comparada con el trabajo de los animales carroñeros. Es el peor de los pecados. No hay perdón para el que lo cometa. La muerte es el castigo. Y no llega a través de una bala, sino de varias para que el mensaje sea bien claro.
“Cólera” y “El Coya” lo sabían. Por eso recurrieron a los servicios de hombres pesados de la zona como “Miguela” y “El Rengo MacGyver”. Durante mucho tiempo se movilizaban por el lado boliviano quedándose con el dinero de los que viajaban a comprar drogas o con la cocaína que pretendían ingresar al país. Como lobos hambrientos, esperaban el dato y atacaban sin piedad. Con esos recursos fueron construyendo su poder y ganando muchísimo dinero. En poco tiempo dejaron de ser vistos paseando en moto por Orán. Lo hacían en una Toyota Hilux o en autos de alta gama.
Cinco detenidos por la guerra narco en OránPero hace poco más de un año la sociedad entre ambos líderes se rompió. No se supo cuál fue el motivo, sí que no fue en buenos términos. “El problema de estos grupos es que no respetan los liderazgos, como es el modelo narco colombiano. Aquí se impone el sello mejicano, donde un miembro de la facción, después de haber aprendido los secretos del negocio, traicionan al jefe y se quedan con todo”, le dijo a LA GACETA un jefe de una fuerza de seguridad nacional.
La traición
No pasó mucho tiempo para que los ex socios se desconocieran. Según los investigadores, “Cólera” no sólo pegó primero, sino que lo hizo dos veces. Al parecer, a principios de este año le robó a su ex socio un cargamento de unos 170 kilos de cocaína (en la frontera tiene un valor de U$S 510.000) que pensaba revender a cordobeses, salteños, tucumanos y rosarinos.
“El Coya” juró vengarse y cuando estaba recuperándose para cumplir con su amenaza, recibió el golpe de K.O. (knock out). Personal de Gendarmería Nacional detuvo a su gente cuando pretendía ingresar unos 80 kilos de “merca” al país. A los pocos días fue detenido y trasladado al penal de Güemes. Sabía que su caída en desgracia no fue por culpa del destino, sino de su ex socio.
El investigador que realiza tareas de inteligencia en Orán también dio a conocer su punto de vista sobre esta situación. “Antes los informantes traían los datos por dinero, ahora lo hacen de manera anónima para desquitarse. Son familiares de una víctima de los grupos o simplemente, adversarios de la banda que buscan la manera de hacer llegar esa información a las autoridades”, detalló.
La venganza
La investigación del caso, que está a cargo de la fiscala de Orán Daniela Murúa, se mantiene bajo cuatro llaves. Sin embargo, con el correr de los días se van conociendo detalles del plan de venganza que habría orquestado “El Coya”.
De acuerdo al expediente, un hombre que reside en Salta capital se habría ofrecido a realizar el primer trabajo. A fines de abril, dos hombres sorprendieron a Adrián Gerónimo cuando ingresaba a su domicilio. Le dispararon cuatro veces, pero la víctima sobrevivió. No se sabe si el ataque fue perpetrado por sicarios tucumanos, pero sí está confirmado que generó malestar entre los que encargaron el trabajo. Por eso se negaron a pagar los U$S 15.000 que habían pactado.
Siempre según las sospechas, “El Coya” habría ido por más. Se habría puesto en contacto con un tucumano al que se lo conoce como “El Pájaro” y a un socio cuya identidad no trascendió, para realizar otra tarea. Y estos hombres no fallaron. La primera semana de mayo, Raúl Fernando “Lalo” Martínez fue ultimado a balazos por dos personas en una plaza de Orán delante de su familia mientras comía un choripán.
Ese crimen marcó un antes y un después en el caso. La fiscala sumó elementos para pensar que sicarios realizaban estos ataques por encargo. Los investigadores sumaron pruebas suficientes para comprobar la pelea entre las bandas e indicios de que la próxima víctima, según las escuchas realizadas en el entorno de “El Coya”, sería el mismísimo “Cólera”.
Recibieron un dato y a mediados de mayo, durante un control de rutina en la puerta del ingenio El Tabacal, detuvieron a “El Pájaro” y a su socio que se desplazaban en un Fiat Palio Blanco. Eran los mismos hombres que habrían llegado a Orán días antes de que “Lalo” Martínez fuera ajusticiado. Y tenían las mismas características físicas que describieron los pocos testigos que decidieron hablar. Murúa no dudó y logró que un juez de garantía ordenara su detención.
Por esta hipótesis, la fiscala ordenó que se realizaran más de una veintena de allanamientos en Salta, Jujuy y Tucumán. Se detuvo a cinco personas más –hasta el cierre de esta edición no se había confirmado el origen de los arrestados- y se secuestraron importantes sumas de dinero en efectivo, armas de grueso calibre, celulares y computadoras. Esas pruebas servirán para conocer más detalles de la trama de esta sangrienta historia.
“El pájaro”
“El Pájaro”, uno de los tucumanos detenidos en Orán por ser sospechoso de haber actuado en la guerra narco que se desató en esa ciudad, no es un desconocido por la Policía ni por la Justicia debido a sus antecedentes.
Con 35 años, según confiaron varias fuentes, tiene antecedentes por robo fundamentalmente. También se lo habría investigado por comercialización de drogas, pero nunca pudieron reunir pruebas en su contra para detenerlo. “El Pájaro” es oriundo de la zona más picante de Villa 9 de Julio de la capital tucumana. Dicen sus vecinos que cuando era joven se habría dedicado al motoarrebato y a los asaltos. También fue investigado por haber integrado una banda que se dedicaba al robo de motos para luego desarmarlas y venderlas por partes.
“Esto se está desbordando”, dicen los gendarmes de OránAlgunos lo señalan como integrante del “Clan Castillo”, grupo que estaría vinculado a la venta de drogas en ese popular barrio. Después de ser detenido, la Justicia de Salta ordenó una serie de allanamientos en Tucumán para encontrar pruebas que lo vinculen con los ataques de Orán. Policías salteños acompañados por hombres de la división Búsqueda y Captura de Prófugos durante más de un mes marcaron cuatro viviendas donde normalmente se instalaba. El viernes por la mañana requisaron esos domicilios y allí encontraron dinero en efectivo, celulares, computadoras y tarjetas de memoria .