Luego de dos meses de intensas audiencias de debate el Tribunal Federal N°2 condenó a cuatro años y seis meses de prisión a Marcela Castro y le ordenó el pago de una multa de $ 20.000, y absolvió a Jessica Aguirre por el beneficio de la duda.
Después de escuchar los alegatos del fiscal y la defensa de las imputadas, los jueces sentenciaron a Castro por el delito de facilitar y promocionar el ejercicio de la prostitución. Fueron claves las escuchas telefónicas que realizó Gendarmería Nacional desde 2012. En los audios se encontraron pruebas contundentes para condenarla por este delito ya que se escuchaban a hombres pidiéndole el servicio de mujeres. Pautaban el encuentro y Castro pedía el pago de $ 100 por el traslado de las víctimas.
A partir de estas pruebas se le ordenó a la acusada el pago de una multa económica a modo de resarcimiento por el daño moral causado.
Jessica Aguirre fue absuelta por el beneficio de la duda. Los jueces indicaron que no habían pruebas sufiencientes en los chats y escuchas telefónicas de que la pareja de Castro haya participado en la promoción y facilitación de la prostitución. Sin embargo su absolución no fue de manera lisa y llana como había solicitado la defensa, a cargo de Marcelo Arancibia, sino por el beneficio de la duda.
Un momento clave en la última audiencia de juicio fue cuando el fiscal Francisco Snopek comenzó su alegato sosteniendo que no había encontrado las pruebas suficientes para mantener la acusación de las imputadas por el delito trasnacional de la trata de persona. A partir de allí se basó y limitó a acusarlas por organizar encuentros de índole sexual a cambio de dinero. Pidió la pena de ocho años de prisión y el pago de $ 20.000 para ambas.
Por otro lado, la defensa de las acusadas había solicitado la absolución lisa y llana de ambas y si esto no ocurría, se otorgara el beneficio de la duda a Castro.
Durante la lectura del veredicto, el Tribunal de Juicio argumentó y coincidió con el Fiscal que no habían pruebas suficientes para juzgar a las acusadas como las promotoras de una red internacional que captaba, reclutaba, explotaba sexualmente a jóvenes salteñas en Chile y las retenía con el secuestro de los documentos.
Familiares y allegados de las acusadas vivieron con emoción la sentencia. Aguirre y Castro lloraron, se abrazaron y entrelazaron sus manos. Aguirre fue trasladada por última vez esposada al Servicio Penitenciario porque en cuestión de horas recuperará la libertad.