Dos integrantes de una agrupación de Derechos Humanos se presentaron esta mañana en Ciudad Judicial para solicitar que se inicien actuaciones para investigar los violentos incidentes que se produjeron ayer en barrio Solidaridad, donde los vecinos denunciaron que fueron atacados por un grupo de policías.

Desde temprano se sabía que un grupo de vecinos, algunos de ellos heridos con balas de goma, iban a llegar a Tribunales para denunciar formalmente lo sucedido, pero finalmente solo se hicieron presentes representantes de la agrupación Familiares de Detenidos Desaparecidos y el padre de uno de los testigos clave del homicidio de Nahuel Salvatierra de la semana pasada.

Roberto, preocupado por la integridad física de su hijo, contó que ayer un grupo de policías llegó al barrio y comenzó a atacar a los presentes, dirigiéndose fundamentalmente contra los menores del grupo “La Ranchada” (a la que pertenecía Nahuel). “Particularmente la casa donde vive mi hijo y la de otros vecinos atacaron con balas de goma, entraron a algunas casas y rompieron ventanas, fue un desastre”, señaló.

Barrio Solidaridad: vecinos filmaron a la Policía cuando disparaba balas de goma y marcadoras

Convencido de que los policías buscan asustar a los chicos para que no se animen a declarar en la causa por el homicidio de Nahuel, por el que dos policías están detenidos e imputados, Roberto se reunió con el fiscal Rodrigo González Miralpeix para solicitarle garantías por su hijo.

Pero lo sucedido ayer en el barrio Solidaridad escapa a las competencias del fiscal por lo que Roberto junto a los miembros de la agrupación de Derechos Humanos se dirigieron a la Fiscalía correspondiente para exponer los hechos y pedir que tomen intervención.

Pocos minutos después, se firmó el acta y desde la Fiscalía de Derechos Humanos se dispuso la intervención inmediata y envió un grupo de personas al barrio ubicado en la zona sudeste de la ciudad.

Se esperaba la presencia de personas que sufrieron heridas por las balas de goma pero tanto Roberto, como las personas que lo acompañaron, explicaron que no pudieron ir por razones laborales y, en algunos casos, incluso por miedo a represalias.